Reseña - Drive My Car
País: Japón
Director: Ryusuke Hamaguchi
Elenco: Hidetoshi Nishijima, Toko Miura, Masaki Okada.
Sinopsis: Yusuke Kafuku, actor y director de teatro, incapaz de superar la muerte de su esposa aún tras dos años, acepta dirigir una adaptación de la obra "Tío Vania" de Antón Chéjov para un festival en Hiroshima. Ahí conoce a Misaki, una introvertida joven que la compañía le asigna como chofer. Entre trayectos, secretos del pasado y confesiones a corazón abierto empiezan a surgir entre ambos pasajeros.
Vemos a los ojos a una chica que va conduciendo junto a un perrito. Después, vemos lo que ella está mirando; una carretera, solitaria y en movimiento constante, pero que sobre todo, es un camino que parece interminable; vasto. Drive My Car, el nuevo y aclamado trabajo de Ryusuke Hamaguchi, es una película vasta, inabarcable. No solo por su duración, sino porque lo que intenta retratar, esa realidad interna, es, parafraseando a su director, algo en lo que las películas no son muy buenas.
El mastodóntico trabajo de adaptación que realiza Hamaguchi del cuento base de Haruki Murakami extiende el material original hasta las últimas consecuencias de cada una de sus temáticas, logrando un profundo desarrollo emocional de cada uno de sus personajes. A primera vista, pareciera que son arquetipos completamente unidimensionales, y de alguna manera, es cierto que los rige una única emoción a lo largo de la película; pero lo interesante es que la cinta procura que sus personajes pasen por todos y cada uno de los matices de esa emoción. A Yusuke lo vemos en su duelo todo el tiempo, y Hidetoshi Nishijima nos deja entrever todas sus etapas en su, en apariencia, inamovible semblante. Esto se espejea en Misaki (la actriz de voz Toko Miura en su primer papel live action) pero desde lo femenino.
Cuatro párrafos después, uno siente que no ha dicho nada sobre la cinta. Pero igual se podrían escribir tres cuartillas sin llegar a nada ya que se está ante una obra, pues sí, inabarcable. Ryusuke Hamaguchi rompe por completo con su estilo previo como de dorama o telenovela coreana, que había manejado en filmes excelentes como Asako I & II (2018) y todavía en 2021 con Wheel of Fortune and Fantasy, para adoptar algo ya ni siquiera contemplativo, sino vital, y superar de forma avasallante su material de origen. Lo mejor es experimentarla en primera persona.
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