Reseña - Jojo Rabbit


País: Estados Unidos
Director: Taika Waititi 
Elenco: Roman Griffin Davis, Thomasin McKenzie, Scarlett Johansson
Sinopsis: Jojo Betzler es un solitario niño alemán que pertenece a las "Juventudes Hitlerianas". Su mundo se ve volteado de cabeza cuando descubre que su madre oculta a Elsa, una chica judía, en su casa. Con la única compañía de su amigo imaginario, el mismísimo Adolf Hitler, las creencias de Jojo serán puestas a prueba.
“La risa es un tónico, un alivio, un respiro que permite apaciguar el dolor”, es bajo esa frase del inmortal Charlie Chaplin que Taika Waititi (Thor: Ragnarok) parece construir Jojo Rabbit, su sexto largometraje. Alejándose del tradicional melodrama, y como si del mismo Chaplin se tratara, el director neozelandés elige la sátira como medio para ridiculizar la figura de Hitler y así impedirle la santificación que muchas veces concede la posteridad. En vez de borrar la historia, Jojo Rabbit la reinterpreta.


Narrada con el acostumbrado estilo de Waititi, combinación de ése humor en apariencia ramplón con los ganchos emocionales clásicos del drama, que te lleva, de forma totalmente natural, de la carcajada escandalosa al asfixiante nudo en la garganta en cuestión de segundos, y aderezada con elementos que recuerdan al mejor Wes Anderson, Jojo Rabbit mapea los mecanismos del adoctrinamiento ideológico y los muestra a través de los ojos de un niño; lo que permite desnudarlos y reducirlos a su propiedad más risible y patética que, al ser el extremo de algo, sin duda poseen. La cinta es muy clara sobre los efectos que tiene la propaganda en las mentes más jóvenes, pues es justo ahí donde los regímenes se perpetúan, pero también en el remedio que, a su juicio, resulta ideal para combatirlos; el heroísmo de diario. Ya que es en el día a día donde nuestros paradigmas se ven más fuertemente confrontados.

Buena parte del encanto de la película descansa en los hombros de su inmejorable elenco. Encontramos al propio Taika como un Hitler, irónicamente, racializado, una hilarante Rebel Wilson y un adorable Sam Rockwell como quizá el único nazi “bueno” en la historia. Scarlett Johansson, en clave de madre que expresa su amor a través de la valentía revolucionaria, se roba todas y cada una de las escenas en las que aparece y entrega un papel que bien vale su reciente nominación al Óscar como Mejor Actriz de Reparto. Dicho todo lo anterior, las palmas se las llevan el elenco infantil, pues son realmente ellos quienes cargan con el peso dramático de la película. Los debutantes Roman Griffin Davis y Archie Yates construyen una mancuerna inmejorable de protagonista y soporte respectivamente. Mientras, la adolescente prodigio del circuito independiente, Thomasin McKenzie eleva a Griffin al siguiente nivel en las escenas que comparten sus personajes, cuya relación es la columna vertebral del filme.
Jojo Rabbit no es perfecta, ciertamente, y aunque habrá quien prefiera ponderar aspectos como el inteligente pero tramposo uso de la cámara para predisponer al espectador, o la grieta en su discurso antifascista a través de la idealización de los personajes de Aflie Allen y del propio Rockwell o de la conveniente torpeza del de Stephen Merchant, quien escribe estas líneas elige hacerlo con las innegables virtudes de una película que despliega corazón y sagacidad a partes iguales.


En una época donde estamos constantemente bombardeados por complejas maquinarías ideológicas de diverso espectro, mismas que nos llevan a una profunda polarización y a un estado de enojo permanente, una cinta como Jojo Rabbit es una bocanada de necesario aire fresco. Son las relaciones que hacemos día a día con otros y lo que elegimos hacer con ellas las que nos van formando como personas. Seas la madre soltera, el padre que trabaja lejos de casa, el niño alemán fanático de algo que no comprende del todo, o la niña "fantasma" del ático, todos podemos ser héroes por un día; el baile de la libertad está al alcance de todos, una pequeña acción a la vez.

Calificación: ★★★★☆

Disponible en cines.


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