Reseña - Spencer



País: Reino Unido

Director: Pablo Larraín

Elenco: Kristen Stewart, Sally Hawkins, Timothy Spall

Sinopsis: La historia transcurre durante un fin de semana a principios de los 90, cuando la Princesa Diana decide que su matrimonio con el príncipe Carlos no está funcionando, y que necesita desviarse de un camino que algún día la convertirá en reina.


Pocas figuras en el mundo de la farándula inspiran, o inspiraron, tanto furor como Diana Frances Spencer, Lady Di, princesa de Gales desde 1981. Cantidades industriales de tinta y metrajes se han vertido en retratar, recrear, o “desentrañar” su historia. Ante este panorama, ¿qué puede aportar un género tan gastado como la biopic a la historia de un mismo personaje? Habría que preguntárselo al que quizá es el mejor representante de este género en el cine actual, el chileno Pablo Larraín.

El principal acierto del director llega desde el título. Utilizar el apellido de soltera de Diana sugiere una independencia de la familia real que, según sabemos hoy en día, prácticamente nunca se le concedía. El título de la película nos invita a considerar a su protagonista mujer, antes que princesa, activista e, incluso, madre. A Spencer le interesa más ficcionalizar el perfil psicológico de Lady Di que en recrear hechos históricos, o contar glorias y desgracias.

Partiendo de lo anterior, más que una biopic, Larraín crea una auténtica película de horror que recuerda mucho más a The Shining (1980) o a Rosemary´s Baby (1968) que a las más recientes Bohemian Rhapsody (2018) o King Richard (2021). El chileno se vale de los interiores, no solo para encerrar a su protagonista en una prisión tanto física como mental, sino para generar en el espectador un desasosiego producido por la sensación de que el peligro está al doblar el pasillo de enfrente. La cámara persigue a Diana; la acosa; la atosiga. La familia real, pero también la audiencia, son incapaces de brindarle un solo segundo de intimidad. Este terror encuentra salida en escenas que, de hecho, sí son de horror, en las que participa otro conocido personaje histórico. 


Todo aquello carecería de suficiente fuerza si Diana no estuviera encarnada por una extraordinaria Kristen Stewart, en el que bien podría ser el mejor papel de su carrera, se lleve los premios que se lleve. La actriz estadounidense es el receptáculo perfecto de las implicaciones del guion, sí, pero es ella quien convierte eso de un cascarón vacío a verdadera expresión artística. Stewart construye de forma totalmente verosímil una Diana que ha caído en cuenta que su vida es una pose, y que ha olvidado cómo responder a su propio nombre sin hacer justo eso, posar. Larraín prepara el escenario, pero el personaje le pertenece a ella. 

Como suele ocurrir con toda la filmografía del director chileno, es inevitable preguntarse a lo largo de Spencer qué dice en realidad el lenguaje cinematográfico del mismo. O más bien, si de hecho nos dice algo, cualquier cosa. Si la floritura visual es elocuente, como en Jackie (2016) o en El Club (2015), o solamente se trata de una belleza vacía, igual que en Neruda (2016) o especialmente en Ema (2019). Si el espectacular y elegante score de Jonny Greenwood es el reflejo de la psique de la protagonista, o se limita a indicarnos cómo debemos sentirnos ante las acciones en pantalla. En esencia, si la persecución de la belleza en su obra se traduce en una dañina idealización, o en potenciar la complejización de las temáticas que propone. A veces es una, a veces es otra. Ema es lo primero, mientras que Jackie lo segundo. Y Spencer es los dos, aunque por fortuna la mayoría de sus escenas tienden a lo último. 


Dicho todo, si algo hay que reconocerle a Pablo Larraín es que el tipo no tiene ninguna concesión por los cánones narrativos y estéticos hollywoodenses. Entra y sale de ahí a su antojo, y termina siendo siempre fiel a lo que es su estilo (para prueba, las dos cintas que estrenó en 2016). Podrá ser escapista, y está bien que se le critique por ello, pero nunca complaciente. Es por ello que sus biopics resultan tan diferentes del resto; y es por eso que Spencer es la mejor biopic del año. Que Larraín triunfe ahí donde muchxs otrxs han fallado, también se puede aplaudir.


Calificación

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