Reseña - Last Night in Soho


País: Reino Unido

Director: Edgar Wright

Elenco: Thomasin McKenzie, Anya Taylor-Joy, Diana Rigg, Matt Smith


Sinopsis: Eloise es una joven estudiante que se muda a Londres para perseguir su sueño de ser diseñadora de moda. Tras instalarse en un piso relativamente barato, la chica se da cuenta que es capaz de acceder a través de sus sueños a la década de los 60, siguiendo la vida de Sandie, una aspirante a cantante. Eloise toma esto como inspiración hasta que la verdad tras la historia y aquella década se va revelando, y la frontera entre sueño y realidad desaparece por completo.

Es difícil definir un término tan vago, y que no pocas veces va cargado de una fuerte connotación elitista (como el estimado y bien ponderado Michel Franco comprenderá), como cine de autor. El diccionario dice que se trata de una película dirigida por la misma persona que la escribe. Pero casi siempre se opta por agregar uno que otro elemento, entre los que destaca el famosísimo sello del director. Un algo, estético o narrativo, que distingue a las cintas de x realizador. Así, podemos reconocer una película de directores tan variopintos como Wes Anderson, Chantal Akerman, o, por extraño que parezca, Edgar Wright, cuyo filme más reciente, Last Night in Soho, se acaba de estrenar en cines mexicanos.

Precisar qué es lo que hace de Wright un autor es todavía más complicado que la definición en general. Podemos listar su trepidante montaje, sus soundtracks, sus divertidas sátiras de la sociedad inglesa, o sus historias protagonizadas por un perfecto perdedor que durante el transcurso de la misma pasará a ser lo más cool sobre la faz de la Tierra. Todos estos elementos están presentes en su nueva película, pero Wright parece haber querido llevar todo a sus máximas consecuencias esta vez. 


Empezando por la dirección de sus actores, dejando poco espacio para la habitual improvisación en sus películas. Afortunadamente, para él, y para la audiencia, esto le funciona de gran forma, pues se rodeó de un talento sin igual. A estas alturas, no existen dudas de que Anya Taylor-Joy es una superestrella; la joven de 25 años domina la pantalla cada momento en el que sale en ella, actuando esta vez más desde la corporeidad, desde una presencia escénica que tenían las grandes actrices de antaño. Resulta imposible ver a Taylor-Joy y no recordar, por ejemplo, a su compañera de cast, la enorme Diana Rigg (Olenna Tyrell en Game of Thrones) en papeles como el de la Condesa di Vicenzo en Al Servicio Secreto de Su Majestad (1969). Pero actrices como Rigg no eran sólo corporeidad; eran el domino del acento, la inflexión de la voz, y la gesticulación teatral pero precisa. Y eso encuentra su reflejo en Thomasin McKenzie, quien está sencillamente estupenda en el protagónico y que cada vez más pasa de ser una promesa a una emocionante realidad. 

En contrapunto, también es sabido que no es exactamente el fuerte de Wright apuntalar sus tramas o escribir personajes con múltiples capas. Llevados al extremo, ese par de aspectos no deja a la película tan bien parada. Por un lado, la historia se alarga tanto que termina por dejar múltiples cabos sueltos que, en su intento de no ser predecible, dan al traste con los giros de tuerca de al final, traicionando a sus dos personajes principales, que son las únicas con un desarrollo destacado. Y es que en el segundo apartado, el resto de los personajes parten de arquetipos tan vistos que hacen imposible o bien creértelos, como el de John, o bien empatizar con ellos, como el del policía, y, en consecuencia, resultan poco menos que aburridos. 


Pasando al plano temático, Last Night in Soho recarga su sátira en la nostalgia por el pasado y en la misoginia existente tanto en los 60’s como en el presente. Por supuesto que Wright no está descubriendo el hilo negro en ninguno de los dos temas, pero es interesante el tratamiento, a través de la imagen, que le da al menos al primero de ellos. La película se esfuerza en desmitificar el ideal de la década de los sesenta que tiene su protagonista, usando un tratamiento estético deudor del cine giallo y de Roman Polanski, que se caracterizaban por mostrar el “lado oscuro” de las convenciones sociales de la época. El diseño de producción es deliberadamente sucio y con elementos que están fuera de lugar. La Londres del filme es retratada desde sus sinuosos callejones y espacios cerrados. Además, la curaduría musical que hace el director se concentra en temas, sí de los 60’s pero cuyos arreglos rememoran a sus versiones ochenteras mucho más populares, o de plano, canciones de los 80`s como Happy House de Siouxsie and the Banshees, generando una especie de desconexión sonora entre décadas. 


El segundo tema no es tan afortunado, pues aparte de los imposibles giros argumentales hacia el final de la película que afectan en su amplia mayoría a los personajes femeninos, los antagonistas de la cinta son demasiado obvios, como el personaje de Matt Smith, y caracterizados desde lo caricaturesco; repitiendo vicios que le vimos en Baby Driver (2017).

Igual podemos decidir, como el autor probablemente quiso, a juzgar por su filmografía y la presencia de todos y cada uno de sus sellos, mandar al diablo la historia, y perdernos por completo en la experiencia estética que nos ofrece El Misterio de Soho. Un sueño (o pesadilla) febril que bien vale el boleto. Después de todo, no es como que Dario Argento o Mario Bava se distinguieran por sus complejas tramas y guiones a prueba de balas, ¿verdad? 


Calificación


Disponible en cines



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