Reseña - Nomadland


País: Estados Unidos

Directora: Chloé Zhao

Elenco: Frances McDormand, David Strathairn, Charlene Swankie

Sinopsis: En el poblado de Empire, Nevada, Estados Unidos, Fern es una mujer que raya los 60 años y que acaba de perder su empleo en una fábrica de materiales de construcción, donde trabajó durante años, junto con su recientemente fallecido esposo. Ante este panorama, Fern decide vender la mayoría de sus pertenencias y comprar una furgoneta para vivir y viajar por el país en busca de trabajo; convertida en una nómada moderna. 

Los premios de la Academia garantizan, al menos, que se hable de las películas que ganan durante la ceremonia; al menos durante un rato. Quien escribe estas líneas lo dice caaaada año; los Óscar son un pretexto para hablar de buen cine, esté este entre lo nominado o no. Si ganar concede la posteridad es una discusión completamente diferente; pero de que
 Nomadland, la más reciente ganadora a Mejor Película, ha generado justo eso, “discusión”, no hay ninguna duda. 

Dirigida con precisión por Chloé Zhao, y estelarizada por la siempre vibrante Frances McDormand, ambas ganadoras como mejor directora y mejor actriz respectivamente, la película gira alrededor de un grupo de nómadas modernos; huérfanos protestantes del sistema capitalista y una de sus “crisis de una vez en la vida”. Es precisamente en el retrato y la representación de estos dos aspectos donde se ha centrado la discusión sobre la cinta. 


Mientras algunos críticos hablan de ella como “una muestra de lo que América debería de ser” (Stephanie Zacharek para Time) o una película que “encuentra poesía en la vida de una mujer común” (Brian Tallerico para rogerebert.com), otras personas, como Paul Schrader, el fantástico guionista de Taxi Driver Raging Bull, señalan que la película presenta “falsa pobreza”, pues un verdadero filme sobre este tema es casi insoportable de ver. De la pobreza no se escapa, dice Schrader, y lo que hace Nomadland es presentar una versión comercial que insinúa una resolución positiva cuando en la realidad no la hay. 

Independientemente de con quiénes se coincida, lo cierto es que el estilo documental de Zhao se presta para afirmar que lo que se busca es una fiel representación de la pobreza, de las condiciones laborables deplorables de un gigante como Amazon, y de la falsedad del sueño americano. Pero basta con escuchar el tan criticado, y ciertamente cursi, piano del maestro Ludovico Einaudi o mirar los constantes close ups de Fern que realiza la lente de Joshua James Richards para entender que todos esos elementos son más bien un marco o un telón de fondo, y que la historia es, de hecho, de corte intimista; una historia de superación personal. Es muy significativo que los únicos dos actores profesionales en el cast, McDormand y David Strathairn, sean quienes interpretan a personajes que, voluntariamente, eligen entregarse a la vida de nómada, a pesar de tener otras opciones. Más que una protesta, Nomadland se apropia del género estadounidense por excelencia del road trip; un viaje externo que metaforiza uno interno. 

Zhao no es una cineasta subversiva, ni en el fondo ni en la forma; su negativa a sostener un plano por más de 6 segundos por temor a aburrir a la audiencia o eludir los silencios como si de una plaga se tratara lo revelan. También, deliberadamente omite referirse al contexto socioeconómico que rodea su historia. Pero lo que sí hay en ella es una cineasta altamente efectiva en transmitir lo que infinidad de libros de autoayuda o carísimos cursos de coaching no pueden: la legitimidad del sentimiento humano ante aquel viaje interno que significa el duelo. Y es ahí donde quizá, solo quizá, el filme se transforma en un pequeño poema a la clase trabajadora como los que escribía Springsteen en los 70’s.


Lo más seguro es que no estemos ante un fenómeno como Parasite o The Shape of Water, pues la actual poseedora del galardón más reconocible en la industria del cine tiene la misma trascendencia que el que tiene su protagonista dentro de la planta de Amazon. El estilo de su directora, aunque lindo y efectivo, no tiene nada que la vuelva particularmente identificable. Lo anterior, sumado a que Nomadland está donde está porque, debido a la pandemia por COVID-19, a Searchlight (o sea a Disney) no le quedó más opción que empujarla para ser su representante en la temporada de premios, provocan que, por muy merecido su premio, se vaya perfilando a compartir mesa con las Crash, Argo Green Book, a pesar de ser, con claridad, superior a todas ellas.

Igual todos esos párrafos carecen de sentido, pues son tan cuestionables como la película, o las tesis de Tallerico y Schrader. Pero justo de eso es de lo que se trata; que como audiencia cuestionemos lo que vemos en pantalla. Más allá de que nos guste o no nos guste tal o cual obra, es de vital importancia entender que lo que leemos o vemos es el reflejo de un determinado conjunto de ideas que tiene una determinada persona influidas por una determinada visión de la realidad y validada (a veces determinada) por factores externos. Se vale ir al cine a entretenerse, a aprender, hasta a vivir si se quiere; pero hagámonos preguntas al respecto; porque Nomadland se nos olvidará el año que entra, pero aquello que subyace tras esos formidables paisajes estadounidenses y el rostro sereno de Frances McDormand no, y puede que diste de ser benéfico. O puede que sí lo sea. Más vale que nos lo preguntemos. 

Calificación


Disponible en cines




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